En medio de los avances tecnológicos, la globalización y la liberación sexual, el discurso de la prostitución se ha vuelto un tema candente que genera opiniones de todos los colores. Sin embargo, nadie puede negar la existencia de seres humanos desprotegidos que se ven obligados a vender su cuerpo como único medio de supervivencia. ¿Qué hacer frente a tanta indignidad?

Esta es una pregunta que todos nos hacemos, especialmente quienes no estamos rodeados de la misma. Debido a prejuicios arraigados en nuestra sociedad, gran cantidad de féminas han sido rotuladas como prostitutas y se las insinúa como algo nocivo y abominable. Esta falsa pregunta conlleva a otra: ¿Cuál es la mejor manera de abordar esta problemática?

La respuesta no es sencilla; los argumentos a favor y en contra están en un continuo debate, sin embargo, es necesario comenzar estableciendo la diferencia entre ser prostituta y ser prostituida. La primera suele hacer referencia a la persona consciente de seleccionar esta “profesión”; la segunda supone fuerzas externas encargadas de prostituir a menores, mujeres y hombres vulnerables.

Aunque el argumento de los que se oponen a la prostitución sea que la autocobertura del cuerpo como medio para obtener utilidades no es socialmente aceptable, no se les debe caer en la trampa de juzgarlas. Más aún, las autoridades, en lugar de vetar algunas iniciativas de cambio, deberían garantizar el respeto de los derechos humanos sin discriminar a quienes están involucrados en el entramado.

No se debe desaprovechar la superación y el empoderamiento que existe desde hace tiempo entre las prostitutas. Estas mujeres, lejos de ser meras mercancías, son seres humanos que tienen derecho a una vida digna, sin tener que sucumbir a la desigualdad laboral existente.

No hay que olvidar que detrás de estas personas se encuentran situaciones complicadas, motivo por el cual la pregunta de ¿Qué hacer frente a tanta indignidad? Debe tener una respuesta clara y sólida. La trata de personas y la explotación sexual pueden ser abordadas desde el respeto, burlando las estructuras impuestas. Las desigualdades son una realidad, pero también existe la oportunidad de enfrentarlas.

Una de las medidas más importantes sería garantizar que la prostitución esté debidamente regulada, con todas las exigencias necesarias para que sea un negocio seguro y legal. Esto ayudaría no solo a ofrecer seguridad a las prostitutas sino también a disminuir la trata de personas, mejorando su situación en la medida en que reciban los beneficios que les corresponden. chicas de compañía mujeres también tendrían derecho a vivienda y atención medica, lo que les permitiría tener una vida mejor y un medio de sustento.

En paralelo, se deberían invertir recursos en programas sociales dirigidos a la prevención de la prostitución, buscando la formación de empleos de calidad que sean aptos para todos los sectores de la población. Se debería impulsar la educación técnica y vocalizar las alternativas de vida que se pueden tomar. Especialmente es importante educar a los jóvenes para fomentar la igualdad y el respeto hacia las prostitutas.

Colectivos sustentables como 'Mujeres en marcha' están luchando por la equidad social, temas como salud sexual, prevención de enfermedades y drogas son abordados desde una perspectiva feminista. Por otra parte, se está educando también a la población de manera gratuita y sin estigmas para concienciar y apoyar a quienes se dedican a la prostitución.

A pesar de que algunos consideren la prostitución como un tema tabú, abordarlo desde esta postura sería de mucha ayuda para el bienestar social. Estar abiertos al diálogo, aceptar la diversidad, impulsar la igualdad de género, buscar la liberación sexual y fomentar la sexoafectividad, son aspectos clave para frenar el explotador abuso que se está haciendo de la prostitución.

Además, deberían promulgarse leyes y protocolos estrictos para asegurar que los trabajadores del sexo estén debidamente protegidos y se les debe exigir publicamente a aquellos que se neguen al cumplimiento de estas leyes. Paralelamente, es necesario establecer un sistema de vigilancia para detectar de forma inmediata posibles servicios ilegales.

Otro aspecto necesario es ofrecer diferentes formas de trato para las mujeres involucradas en la prostitución, acabar con la discriminación y ofrecerles, no solo la posibilidad, sino también el apoyo para poner en marcha negocios que les den, no solo seguridad, sino también un futuro mejor, tanto personal como laboralmente.

En síntesis, se ha de actuar con firmeza para erradicar la indiferencia hacia la prostitución; primero hay que desmitificar el halo de miedo que la gente realiza al enfrentar el tema, luego eliminar la discriminación hacia las personas realmente involucradas en él, y finalmente establecer leyes que promuevan la igualdad y el respeto hacia ellas, ofreciendo otras oportunidades laborales y una vida con dignidad a los que se ven obligados a prostituirse.

Se debe combinar una estrecha colaboración entre los gobiernos, la policía, las ONG, así como los mismos trabajadores del sexo, para ofrecer soluciones y asegurar su bienestar. A su vez, se debe propiciar una mayor concienciación social, para empoderar a las prostitutas y combatir el abuso.

Una tomada de conciencia personal a la hora de entender el concepto de prostitución y la dignidad humana nos ayudaría a enfrentar la situación desde otra perspectiva, con amor y solidaridad. Esta podría transformarse en una lucha conjunta cuya meta principal es detener la explotación infantil y privar el derecho a la igualdad para cualquier individuo.

No hay que olvidar que el principal problema son los abusos hacia los vulnerables. Para combatirlos, existen multitud de contramedidas que se pueden llevar a cabo. Se debe poner mucho énfasis en los derechos sexuales de las prostitutas, a favor de aquellos que no tienen voz y se les debe brindar una educación adecuada y atención sanitaria para cambiar su destino.